El viento golpea la ventana
retumba el vidrio
como un fantasma soplando
aire frío en una oreja.
Adentro no hay sonidos
nada se siente
nada se escucha.
Afuera la vida chilla mortuoria.
Hay música de fiesta
lejos, vulgar, remota.
Cerca sólo el aire
que estremece ramas y hojas.
Un par de perros
muchos ladridos
uno adolorido
otro rabioso
noche eterna de aullidos
siempre, en todas partes.
Una cancioncita pegajosa
un auto lento
un transeúnte indiscreto.
El tren pita
sus llantas gimen entre hierros.
Después, nada se escucha.
Sólo el retumbar del vidrio
un fantasma
soplando en el oído.
La ventana, el murmullo
la melancolía, el silencio.
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2 comentarios:
Si en lugar de llantas tuviera ruedas, este trenecito dejaría de gemir... supongo.
: )
KE LINDO..LLEVAME PA ESE LUGAR..DE VEZ EN CUANDO NOS HACE FALTA PARA ENCONTRARNOS CON NUESTROS LATIDOS Y DARNOS CUENTA KE EXISTIMOS AUN.
MAFALDA
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