martes, 13 de febrero de 2007

Martes 13

Para los antirománticos como yo, el 14 de febrero promueve en forma exorbitante todo lo que odiamos en la vida. Cursilerías empalagosas, apodos insufribles, regalos inútiles como peluches y tarjetas, falsedad e hipocresía con personas que ni siquiera son del agrado de uno y que de igual forma se les desea un "feliz día del amor y la amistad".
Pero oh! sorpresa, que un día antes de esta "finísima" celebración, se nos viene encima un martes 13. No soy supersticiosa, pero a algo tengo culpar de mi espantosa, ESPANTOSA, suerte de día.
Desperté como cualquier mañana, con sueño, hambre, flojera y medio embobada, y con una nueva amiga en mi rostro angelical que se asomaba a saludarme. Corrí al espejo porque hasta la cabeza me dolía con aquella protuberancia. Así es, cual puberta, a mí se me acomodaba más aquella frase de "te salió una frente en la espinilla". Tranquila laurita, me dije, no hay nada que el maquillaje no pueda ocultar, así que me olvidé del asunto y me preparé para ir al gimnasio.
Pero oh! sorpresa, que cometí el "costoso" error de dejar mis llaves encerradas en la recámara. Llaves de la entrada, del candado del portón y de mi amado automóvil. Ni modo, me dije, esas cosas le pasan a cualquiera. Así que decidí saltar la reja de mi casa para poder buscar a un cerrajero. ¡Estoy relatando esta historia de milagro!. Descubrí -lo malo fue que ya estando arriba- que ya no tengo la habilidad ni la dulce experiencia de los siete años. Subí valiente hasta el tope de la reja, pero nunca consideré que para bajar necesitaba controlar los nervios y darme la vuelta. Media hora de mi vida aproveché allá arriba para valorar, como nunca, lo hermoso que es tener los pies en la tierra. Cada que intentaba decidirme a bajar, las manos comenzaban a temblarme y me arrepentía. Y ya ni cómo dar marcha atrás a mi aventura. Logré bajar y volver a creer en Dios, las dos cosas al mismo tiempo.
Feliz por mi intrepidez (que nunca volveré a repetir), caminé de mi casa a la Avenida Universidad para encontrar al cerrajero, y ahí, frente a cientos de adolescentes que salían de la Secundaria 4, descubrí que todo era obra del martes 13: el tobillo se me dobló y no pude controlar la fuerza de gravedad. Supongo que mis intentos de sostenerme en pie fueron los que causaron las primeras y más fuertes carcajadas, después, como en cámara lenta, logré caer como bulto al suelo y darme un santo trancazo que no me dolerá tanto como mi dignidad. Me levanté de prisa e intenté no voltear a ver a ninguno de los mocosos desgraciados que se reían sin inhibiciones en mi propia cara. Ni modo, pensé, la culpa la tiene este día.
Y así concluyó mi jornada matutina hasta llegar al trabajo. Cuando creía que en ese lugar podía estar a salvo del karma del martes 13, ciertos conflictos laborales me hicieron darme cuenta que estaba equivocada. Toda una tarde estresante, de malos entendidos, de ilustraciones que no concordaban con los reportajes, de cambios y cambios de esquemas y de espacios, de vueltas, sudor y odios reprimidos.
El saldo fue el siguiente: Una espinilla roja y dolorosa en mi frente, docientos pesos perdidos en el cerrajero, un orgullo dañado por las burlas de los idiotas que hasta gritaron ¡suelo!, y un mail pidiendo explicaciones de por qué Universitarios se mandó tan tarde.
Nunca pensé decirlo, pero espero con ansia el 14 de febrero.

3 comentarios:

papu a dijo...

De alguna forma u otra tenìa que suceder. Es una lecciòn de la vida, supongo, aunque no sè cuàl sea la moraleja. Y no es que me haya reìdo leyendo tu tragedia, pero sì està para recordarse. Yo tambièn ya querìa que llegara el 14 de febrero, pero para regresar a Saltillo luego de algunos dìas de viaje. Un saludo y un beso, señorita
Y feliz dìa :P

Anónimo dijo...

Pero qué requetesabroso escribes amiga!!!!! Y bueno, cuándo nos platicas cómo te fue de san valentain??? o será comenzar a ponernos trágicos!!! No, no, no!!! Tocamos madera!!!!! : )

Mariachi of Destruction dijo...

Atribuirle a los acontecimientos diarios a la mala suerte como olvidar llaves, tener accidentes, ver en nuestro cuerpo cosas que no nos agradan… perder la cartera, tener juicios y demandas etc etc. es posicionarnos en la pasividad: si todo lo que me ocurre es ajeno a mí, está claro que nunca haré nada para que las cosas cambien. Para muchos de nosotros nos resulta mas fácil atribuir a la suerte todo aquello que nos resulta incomprensible, eludiendo así, el control de nuestra propia vida.
No lo se pero si te salio una espinilla, seguro te hizo olvidar tus llaves, si llevas prisa por conseguir un cerrajero seguro tropezaras, si eso te estresa seguro tendras roses en el trabajo, si quienes decidieron la ilustración, no conocian bien el tema obviamente no coincidira con el texto...asi que en mi humilde opinion el martes 13, el 14 de febrero, "las fiestas decembrinas", no son mas que fechas a las que culpamos por nuestras situaciones adversas. Cuando nos pasan cosas dichosas volteamos a ver el calendario solo para recordarlas, mas nunca para otorgarle a ese dia en cuestion la responsabilidad de nuestros afortunados eventos