lunes, 7 de mayo de 2007

"Hijos sí, maridos no"

Y ahora sí no es que yo lo diga... Hace un tiempo le conté a un amigo que yo quería tener un hijo después de los treinta, pero que quería hacerlo sin estar involucrada sentimentalmente con una pareja. La razón es que todo el proceso del embarazo y de la maternidad me parecen un milagro natural que debería ser cien por ciento disfrutable. No soy feminista ni considero que hombres y mujeres seamos iguales, por lo tanto, es imposible que exijamos que la escala de prioridades de los dos sexos sea la misma (lo que sí es justo es que tengamos los mismos derechos y obligaciones ante la ley). Aunque muchos hombres también vean fascinante el proceso de la maternidad, sólo las mujeres podrán experimentar esos cambios y esa dicha de ver formarse un nuevo ser en su vientre. Si con estos hombres, sensibles ante tal fenómeno, es difícil convivir en cierto momento, imaginen cómo será atravesar toda esta etapa al lado de un hombre que no lo ve con ojos de "milagro".
"No vayas a engordar", "yo como quiera voy a salir con mis amigos", "¿por qué ahora haces menos quehacer que antes?", "no me esperes despierta" o "no seas chiflada, estás demasiado sensible" son frases y reclamos que no deseo escuchar cuando esté embaraza.
Que un hombre se involucre en el embarazo de la pareja, que acceda a permanecer con ésta en los buenos y en los malos momentos y que al igual que ella, acepte sacrificar esa vida de solteros que hasta un tiempo antes los dos gozaban, es el sueño de toda mujer. Pero esto parece ser tan difícil como pretender que después del embarazo el hombre vuelva a verla como la amiga y amante que solía ser antes de tener un hijo.
Con este contexto de sufrimientos innecesarios -aunque no digo que todas las parejas ni todos los hombres sean iguales- resulta tentadora la opción de Hijos sí, maridos no, fenómeno creciente que da nombre al libro de María Antonieta Barragán y Mónica León.
Esta investigación sociológica descubrió que siete millones de mujeres en México son madres solteras. Algunas divorciadas, otras abandonadas y muchas porque así lo decidieron. Estas últimas, según el estudio, son mujeres que aunque no tienen una pareja eligen ejercer la maternidad, que están en una edad límite físicamente para tener hijos y que son autosuficientes económicamente.
El proceso, dicen estas autoras, es duro tanto para la mujer como para los hijos. La etiqueta social de madre soltera sigue mortificando a pesar de la apertura que se le ha dado a las familias no tradicionales. Que un hijo tiene derecho a tener un papá, no lo dudo, pero que éste debe cumplir con la obligación de darle amor, educación y sustento es algo que en algunos casos no sucede. La madre, aunque sola, puede proporcionarle al hijo todo esto y hacer de él un ser humano bueno y normal, lo he visto y creo que todos conocemos algún ejemplo.
Pero bueno, todavía me faltan algunos años para que mi reloj biológico me presione, y en ese tiempo todo puede pasar. Por lo pronto, les dejo el link donde Fernanda Tapia entrevista a las autoras de este libro, escúchenlo, está muy padre. http://prodigymsn.dixo.com/fernanda-tapia (es el podcast 111).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como siempre, o casi siempre, que no es lo mismo pero es igual, estoy
de acuerdo con vos... Mejor sola que mal acompañada... y ademas de
amor y sustento a los chiquitines hay que cambiarles el pañal,
carajo!!!! y entretenerlos y gozarlos y llevarlos al burger king de perdis hasta que cumplan treinta! Es que soy papá Cuervo!!!!