jueves, 25 de enero de 2007

Sobre Babel

Ayer Carmen Aristegui presentó en su programa a dos críticos de cine para que dieran sus predicciones sobre las películas de mexicanos nominadas al Óscar. Como suele sucederme, no recuerdo el nombre de uno de los críticos, aunque sí sus tajantes opiniones sobre “Babel”. No me considero una persona capacitada para poder hacer juicios académicos sobre cine, pero me gusta defender las películas que disfruto como simple espectadora. Este crítico -bastante malhumorado por cierto- consideró a “Babel” como la cinta más “aberrante” -lo cito con exactas palabras- mal intencionada y aburrida que jamás haya visto. Y no voy a decir que “Babel”, ni siquiera por ser obra del guapo González Iñárritu, sea una de mis películas favoritas o que haya cambiado mi vida como tal vez lo han hecho otras (no diré cuáles porque además de simple espectadora, soy mujer, y mis más profundos y emotivos sentimientos harían que esta opinión fuera menos confiable). Pero sí quiero comparar mis puntos de vista con los de él sobre esta cinta, que aunque buena o mala, para nada me resultó aburrida. Este crítico comentó ante la cara perpleja de Aristegui, que la película de González Iñárritu era completamente racista, y que su único objetivo era darle a una sociedad amante de lo racista como la de Estados Unidos, justo lo que quería. Dijo que esta cinta era una ofensa total para las sirvientas mexicanas que trabajan en Estados Unidos, y que el mensaje para los gringos, es que si éstos dejan a sus hijos al cuidado de una mujer mexicana, lo único que obtendrán es que sus pequeños terminen en una fiesta de rancho y después, inevitablemente, perdidos en el desierto. También dijo que González Iñárritu considera que todos los niños marroquíes traen el terrorismo en los genes, y que por eso lo desarrollan desde temprana edad, sea cual sea su intención. Para rematar, opinó que el director mexicano se embelesó con la tecnología de Japón, mientras que dejó a México con una imagen tercermundista muy promotora del cliché de nuestros tiempos. Mi primera reacción fue ponerme a pensar en si las palabras de este crítico eran o no razonables. Después hice memoria de cómo capté yo esta película y del mensaje que me dejó después de verla. Para mí, Adriana Barraza representó a una mujer mexicana como muchas que trabajan en Estados Unidos: cariñosa, confiable y buena con la familia a la que sirve. Pensé que el mensaje era que estas mujeres terminan por ser segundas madres de los niños a los que deben cuidar, y que además, las une a ellos no sólo el deber del trabajo, sino un gran amor hacia ellos. Así conozco de hecho, a varias mujeres que me parecen sorprendentes y que no han salido en ninguna película. Entendí también que los niños de Marruecos eran simples niños sin ninguna intensión violenta, y que al ponerle un rifle a cualquier menor, no es posible esperar que no sucedan accidentes lamentables. Además, me hizo ver que los prejuicios sobre el Medio Oriente están tan arraigados, que lo más fácil es creer que un accidente como el que sucede en la cinta es cuestión de terroristas. Y sobre la imagen que proyecta de México y de Japón, no puedo más que decir que el director no comparó dos lugares similares, sino dos espacios específicos con una cultura específica: Tokio, un mero eje tecnológico, y la frontera mexicana, una urbe influenciada por dos culturas diferentes y miles de problemas políticos. De hecho, mi mente se concentró más en la historia japonesa por lo abstracto de su mensaje, que en esta clase de comparaciones.
Entiendo que habrá quienes se identifiquen más con la versión fatalista del crítico que salió con Aristegui, hasta sea cierto tal vez que González Iñárritu sea un narcisista capaz de vender su propia identidad y la de su pueblo con una fórmula que le garantice el reconocimiento de los gringos y por qué no, un premio de su Academia. Pero prefiero esta vez quedarme con mi interpretación de “Babel”, pues aunque gane o no gane algún premio, me parece simplemente una visión más optimista.

Y sobre El Laberinto…
Ahí sí, espero que se gane el Óscar a Mejor Película Extranjera, aunque sea solamente por la escena del cuento de la rosa. Me encantó esta película.